jueves, 1 de octubre de 2009

Algunas consideraciones acerca del patrimonio cultural: conceptos, tratamiento y su articulación con la memoria colectiva.

La memoria ha sido siempre tema de interés, a lo largo de la historia diferentes disciplinas se han interesado en ella, ya sea como objeto de estudio, o para rendirle grandes homenajes, materias como la filosofía, la psicología, el psicoanálisis, la historia, la neurología, la antropología o la literatura han aportado sus diferentes perspectivas. Esto significa que para abordar el tema de la memoria uno se encuentra con un gran abanico de definiciones y posiciones que sea cual fuera el área social desde el que uno elija trabajar, pueda nutrirse con el resto de las áreas.
Dentro del campo histórico la memoria ha servido como referencia a la problemática acerca de las relaciones que los grupos sociales ejercen con su pasado. Desde la década del 80 se la utiliza como vehículo de construcción identitaria y de las luchas por una definición compartida del pasado por un determinado grupo social. (Gueiros, 2008)

Fue Maurice Halbwachs el primer sociólogo que analizó la vinculación entre la forma específica por la cual un individuo dado recuerda su pasado y su pertenencia social. En un artículo sobre la memoria por Paulo Renato Guerios se analiza como en Les cadres sociaux de la memoire, obra trascendental de Halbwachs, propone que la propia estructura interna del recuerdo implica la preexistencia de la vinculación de los sujetos con grupos sociales. Define “cuadros sociales de la memoria” como “los instrumentos de que la memoria colectiva se sirve para recomponer una imagen del pasado que concuerde en cada época con los pensamientos dominantes de la sociedad” Estos cuadros serían entonces principios de estructuración, y sujeción combinados con imágenes individuales específicas vividas por el sujeto para reconstruir la reorganización de los recuerdos del pasado de acuerdo a las exigencias del presente”.
Una de las críticas observadas en este artículo es que los cuadros sociales que regulan las evocaciones de la reconstrucción de la memoria aparecen como moldes exteriores que se imponen sobre los individuos, y que son creados e impregnados por grupos también objetivados.
Asimismo se hace referencia a la afirmación de Batiste (1970:82-83) acerca de que Halbwachs al definir a “la memoria colectiva” reedita el velo del problema durkheniano de la existencia de una conciencia colectiva, exterior y superior a los individuos, en la cual los individuos pueden fundirse.
El historiador Marc Bloch, fundador de la Escuela de los Annales, en 1925 se ocupó al hacer la reseña de Les cuadres sociaux de la memoire de advertir que para Halbwachs el propio grupo es portador de una memoria, o sea, de una facultad individual. Con lo que se puede llegar a “impregnar con un epíteto colectivo” de términos prestados de la psicología individual” (Bloch 1925: 78-79)..
Por lo tanto, continúa Gueiros, que el término “memoria” remite a una facultad humana ligada a una categoría a priori del espíritu humano, cuyo portador sería un individuo moldeado por un grupo antropormofizado y el término “colectivo” refiere a la homogeneidad de un grupo entendido como totalidad estable e inmutable por lo que el concepto “memoria colectiva” homogeiniza el grupo y lo antropomorfiza al atribuirle facultades individuales.

A pesar de las dificultades que presenta el “objeto memoria colectiva” desde su definición, es importante reconocer que a partir de los estudios de Halbwachs se ha dejado de considerar a la memoria como una entidad inmutable y ajena al presente, sin ser posible la evocación objetiva de los acontecimientos sino la reconstrucción que se hace en un momento determinado por un presente.

Dentro de estos mismos lineamientos es posible observar que la preocupación de Halbwachs por estos temas ha tenido lugar en el período de entreguerras, en el que el tratamiento teórico de la memoria había adquirido principal preponderancia dentro de las ciencias sociales. Varios autores han señalado que esta preocupación es emergente de una sociedad europea que ha sentido la ruptura de su continuidad tras la primera guerra y ha sufrido las consecuencias de nacionalismos hostiles y de una vida económica que acentúa la estratificación y la división. Tal motivación es evidente también en otras esferas humanas como el de la producción literaria en el que salen a la luz obras como la de Marcel Proust en 1919, A la recherche du temps perdu o de T. S. Eliot The Waste Land en 1922.

En los tiempos que corren esta “ruptura de la continuidad” está claramente manifiesta aunque causada por fenómenos de carácter contrario. El desdibujamiento de todas las fronteras que están dando paso a las nuevas formas institucionales para las generaciones venideras, con una lógica del tiempo subjetivo y social diferente al concepto tradicional del tiempo euclediano hacen un llamado especial a anclajes más firmes que colaboren con la no disipación de la identidades individuales y colectivas a través de la recuperación y conservación del tiempo y espacio histórico y presente.

La nostalgia que invade hoy todas las esferas sociales, la fuerte tendencia actual a la evocación de objetos de recuerdo, la presencia de una gran ansiedad sobre el tiempo biológico, junto con la alta preocupación actual por el patrimonio cultural son algunos de los síntomas que representan un fenómeno social caracterizado por un cambio abrupto que dejó atrás las estratificaciones y dio paso a nuevas formas de relación social.
De esta valoración dan cuenta las mutaciones que ha sufrido en las últimas décadas el concepto de patrimonio cultural, al cual se le confiere la responsabilidad de crear un reservorio capaz de garantizar nuestra prolongación y continuidad través del tiempo.

El patrimonio cultural, sus formas de estructuración, aprehensión e interpretación han variado notablemente a través de la historia de las sociedades, tratándose de un fenómeno netamente cultural ha sucumbido a las variaciones producidas por los mismos cambios sociales. Siendo el mejor testimonio de nuestra historia de la cultura, ni su patrimonio cultural, ni su historia, sino las diferentes formas que cada época se ha relacionado con estos objetos de estudio.
Establecer hoy una definición unívoca de patrimonio cultural y los elementos que lo conforman no es una tarea posible, como cualquier fenómeno social hoy a definir se complejiza porque las definiciones discursivas están dejando de ser capaces por sí mismas de dar cuenta de la realidad en que vivimos.

Hoy se considera que lo patrimonial se constituye de un conjunto de rasgos colectivos, materiales e inmateriales, que resultan significativos para uno o varios grupos sociales en la medida que reproducen y evocan universos simbólicos comunes. El patrimonio cultural es un constructo social que se internaliza y legitima al interior de la propia comunidad, contribuyendo de este modo a la configuración de la memoria colectiva que da sentido de cohesión y continuidad al grupo, en sus inevitables procesos de cambio. (Cuadernos de Antropología social, 2005)

El patrimonio cultural cobra particular vigencia a partir del siglo XIX en el que ciertos objetos y edificaciones comienzan a tener un valor conmemorativo, como fuente de información y testimonio de la cultura europea (Riegl, 1987). Esta concepción se mantuvo más o menos intacta hasta la segunda mitad del siglo XX cuando los espacios culturales de Europa fueron recuperados de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Este enfoque centrado en la conservación de los bienes culturales representativos de una nación o cultura impulsó la creación de Declaraciones y Convenciones para la protección del Patrimonio Cultural.

No es sorprendente que los primeros indicios de preocupación patrimonial sean plasmados a través de la puesta en valor de construcciones edilicias como espacios de representación cultural y social.
Para Halbwachs el marco social espacial tiene preeminencia sobre el cuadro social temporal en el proceso de rememoración, ya que el espacio " en razón de su estabilidad, nos da la ilusión de no cambiar en absoluto a través del tiempo" y " poder durar sin envejecer ni perder ninguna de sus partes". “El marco social espacial permite además articular y ordenar la rememoración por medio de una realidad no-discursiva que facilita en gran medida su simbolización”

La tarea propuesta para abordar el patrimonio abocada a la conservación de bienes materiales, provocó que se lo considere enfoque “museístico”. En las últimas décadas el patrimonio cultural se lo incorpora al mercado global como parte de la dinámica de la sociedad posmoderna, a la vez que se comienza a plantear su uso como una herramienta para el desarrollo sostenible de las comunidades locales. Esto coloca al patrimonio cultural en un conflicto permanente, entre los valores históricos y artísticos del pasado y las necesidades económicas del presente.

El enfoque de sostenibilidad ha influenciado fuertemente en la concepción de patrimonio cultural, el cual comienza a cobrar una dimensión cada vez más social, situación que se refleja en los procesos de gestión del mismo. Si bien es cierto que bajo la premisa del mercado hay lugares que se han ido transformando en postales de sí mismos, sería importante no tomar la influencia del mercado como algo ajeno y externo, sino ubicarnos en la perspectiva que busca el planteo de por qué la gran necesidad de consolidar las diferencias nacionales, en la que la globalización cumple un papel importante en la búsqueda de establecer emblemas representativos por medio del rescate del patrimonio cultural que da como uno de sus resultados el alto valor que le confiere el mercado.
Arantes diferencia entre patrimonio como “referencia” relacionado con los valores agregados que estructuran la memoria colectiva , remitiendo a la construcción de identidades y el patrimonio como “recurso” que privilegia potencialidades de bienes y tradiciones culturales en relación al mercado. Lo que puede considerarse dos caras de la misma moneda de la identidad, como similitud y diferencia.

En las décadas mencionadas el término patrimonio cultural se lo ha ido utilizando como construcción social que se centra en el matenimiento de lazos de continuidad con el pasado, función que autores como Halbwachs le tenían reservado a la historia.
La historia como registro ante todo narrativo deja de ser suficiente para el establecimiento de estos vínculos, la transformación de una sociedad analógica a una digital no es reductible sólo a las nuevas tecnologías, las formas contemporáneas de pensamiento y representación hacen necesario otros mecanismos que permitan la construcción de memorias colectivas.
Este objeto, la memoria, como vehículo de recreación del pasado ha sufrido históricas tensiones semánticas con la noción de historia.
Henry Bergson, maestro de Halbwachs en el tema sobre la memoria, concibe a la memoria en el horizonte de la duración como función de la conciencia individual en el espacio entre acción y representación, Halbwachs incorpora la lógica de los grupos en el contexto de un tratamiento en el que las representaciones colectivas — que condicionan y posibilitan la actividad de la memoria — vinculan las necesidades prácticas de estos grupos con la resistencia inercial de la tradición.
El examen de la conexión entre memoria e historia realizado por el sociólogo durkheimniano se construye sobre una oposición marcada entre memoria colectiva (interesada en el presente, multiforme y portadora de un sentido de identidad) e historia (interesada en el pasado y portadora de un sentido de la diversidad).
Las críticas de Bloch apuntan contra la concepción todavía tradicional que el propio Halbwachs mantiene sobre la objetividad e imparcialidad del conocimiento histórico.
Marc Bloch, como un autor que propuso una nueva forma de hacer y pensar la historia, replanteó las funciones de saber y memoria del conocimiento histórico particularmente visible en su distinción de los problemas de la legitimidad y la utilidad de la historia, y las cuestiones de la transmisión de la memoria. En un trabajo de Hernán Sorgentini sobre la memoria y la historia el autor explica los cuestionamientos de Bloch a Halbwachs en el que sostiene que a partir de la recepción de los planteamientos clásicos sobre la «memoria colectiva» del sociólogo durkheimniano el carácter oposicional del vínculo y la apelación al carácter objetivo de la historia, ha sido criticado por Bloch, el problema de la consideración halbwachsiana reside en la tensión entre esta objetividad "ingenua" y la constatación de la existencia de una función práctica de la historia detectada a la luz de la exploración de las funciones de la memoria.
Para Halbwachs, el registro de esta oposición no impide señalar que el objetivo de la historia es precisamente tender un puente entre el pasado y el presente, "restablecer la continuidad interrumpida", a través del registro de "los acontecimientos dignos de memoria que constituyen la tradición y que exceden la restringida situación espacio temporal de los grupos que animan y mantienen viva la memoria social". La historia se define como la "memoria universal del género humano", resultando complementaria de la memoria de los grupos, en tanto "es el recuento de hechos que han ocupado el lugar más grande en la memoria de los hombres" y se justifica por la necesidad de fijar por escrito los recuerdos que no permanecen vivos para los grupos sociales.
La expansión de los últimos años del patrimonio cultural reclama el estudio de los nuevos mecanismos de transmisión de la memoria, para Bloch esto implica el reconocimiento de que una parte de los fenómenos que así se designan (como memoria colectiva) son elementos que tienen que ver con la comunicación entre los individuos.

En esto también participa la consustanciación que existe hoy con los modos de relación con la realidad que son ante todo la comunicación por medio de la imagen, arquetipo muchas veces del patrimonio cultural y de la musealización, que responde en su forma de abordaje a las nuevas maneras de pensamiento, más fragmentado, por fotomontaje, una pequeña parte que refiere a un todo, o el zapping.

Los nuevos enfoques para abordar los temas de patrimonio cultural refuerzan su relación con la función de la construcción identitaria, a medida que el término va siendo más abarcativo incorpora además del pasado el tiempo presente y futuro. Asimismo comienza a hablarse de autorepresentación (Carlos Guzmán, 1991) por lo que el patrimonio como “testimonio” o “conmemoración” que hacen referencia a la noción de “otro”, distinto espacio o distinto tiempo gira su eje en torno a sí mismo como parte de una cultura cada vez más autorefencial.
Llorens Prats define dos procesos de patrimonialización que obedecen a construcciones sociales diferentes pero complementarias y sucesivas. La primera es la “sacralización de la externalidad cultural”, entendido como el medio que una sociedad define un ideal cultural, tal externalidad pasa a ser reintegrada bajo la forma de un sistema de representación. La segunda construcción social de patrimonialización es “la puesta en valor o activación” Esta activación implica una versión específica de una identidad determinada, puesto que Prats adiciona a los criterios de legitimación, que es la memoria.
O sea que el patrimonio cultural es siempre símbolo y significado a través de un objeto de representación y como tal se lo solidifica, pues se lo mantiene fuera de las leyes del orden natural y social. Uno de los problemas que esto trae es frente a las costumbres o la tradición de los grupos, cuando son reconocidos como patrimonio cultural se acentúa la consolidación de su naturaleza inercial de la tradición (según Bloch) y frena cualquier indicio que pueda significar una alteración por lo que el patrimonio cultural en su función de representación identitaria corre el riesgo de llegar a parecerse a un obstáculo La identidad por su estructura interna se encuentra en constante proceso de cambio y construcción, su solidificación puede provocar el desdoblamiento del objeto patrimonializado, entonces comienzan a convivir dos objetos culturales en permanente tensión, uno es el que acompaña al grupo social con sus funciones prácticas y participa espontáneamente de los procesos de cambio y el otro es la parte del objeto convertida en un símbolo sacro e inmutable representativo de algo que alguna vez fue o que por reconocimiento de otro se hace necesario sostener y esta es una problemática que muchas veces excede las cuestiones de mercado.
Para Halbwachs la memoria, como objeto circunscripto a una duración corta limitada a las generaciones vivas, se remonta a través del pensamiento hasta un cierto límite, concentrándose en las realidades idénticas así mismas y percibiendo su duración como continuidad entre representación y acción, pero sin resultar proclive a percibir los cambios que ocurren en la duración.
Históricamente los procesos de constitución patrimonial han estado vinculados a su utilización como recurso de unificación de la nación, en tanto soporte y recreación simbólica de las identidades y principalmente de la identidad nacional. Los Estados-Nación construyeron relatos que apuntaron a la homogeneización y a la unidad racial y cultural. La apelación al pasado permite crear comunidades imaginadas ligadas a un territorio o paisaje común. En este sentido, en tanto los repertorios patrimoniales contribuyen a la cohesión nacional, se constituyen en medios para la producción de consensos e imágenes identitarias

Las importantes modificaciones que se han producido en las últimas décadas respecto de la conceptualización y tratamiento del patrimonio se vinculan tanto con desarrollos teóricos disciplinarios como con ciertos procesos (más amplios), de carácter general y que involucran la intervención de organismos internacionales y europeos, cuya actuación se ha visto plasmada en Documentos, Convenios y Recomendaciones. Ambos hechos han abierto el camino a cambios importantes en la consideración del tema como el de patrimonio como “herencia cultural” y su conceptualización como “construcción social”.
Existen nuevos bienes y manifestaciones culturales que se van activando en términos patrimoniales, tanto por intervención de las esferas políticas como mercantiles.
Asimismo, en estos procesos surgen demandas de sectores subalternos que disputan reconocimiento y legitimidad para sus producciones culturales.
En la actualidad la noción de patrimonio cultural ha expandido ostensiblemente sus horizontes. “El patrimonio ya no será definido exclusivamente en términos históricos y artísticos; en consecuencia, incluirá tanto realizaciones excepcionales del arte como de la cultura popular, arquitectura vernácula y monumental, la historia de las naciones y la memoria de pequeños grupos, o cualesquiera aspectos de la naturaleza considerados relevantes para la vida humana”

Voy a tomar como ejemplo empírico al proyecto iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud sobre “Historia y Patrimonio Cultural de la Salud de la Biblioteca Virtual en Salud”.
La elección de este proyecto, el cual para su verdadero análisis merece de un trabajo de otra envergadura debido a su magnitud, alcance y propósitos, para los límites de este trabajo me detendré en ciertas características significativas que lo constituyen como concepción moderna del entendimiento del patrimonio cultural actual y las formas susceptibles de su tratamiento, lo cual abordaré de manera general.
El proyecto “Biblioteca Virtual en Salud Historia y Patrimonio Cultural de la Salud” (BVS HPCS) corresponde a uno de los últimos ejes temáticos de la biblioteca virtual en salud, la misma está basada en un “modelo” de gestión compartido en el que “flujos y fuentes de información” especializados son “tratados como bienes públicos y operados en red en la Web con acceso abierto y universal con el objetivo de aumentar la visibilidad y los usos sociales del conocimiento científico, técnico y factual en historia y patrimonio cultural de la salud, contribuyendo a su inserción en las políticas de salud y para el desarrollo eficaz y equitativo de los sistemas nacionales de salud”.
Este “modelo” es una iniciativa coordinada por el Centro Latino Americano y del Caribe de Información en Ciencias de la Salud (BIREME) el cual en su misión de fortalecer y ampliar el flujo de información en ciencias de la salud en función de contribuir al desarrollo de la salud, ha tenido principal protagonismo en la creación de proyectos sobre bibliotecas virtuales en salud especializadas, ya existen desde hace algunos años bibliotecas virtuales sobre temas como adolescencia, bioética, influencia Aviar y otras que han significado especial interés para iniciar su desarrollo.
La BVS HPCS se define “como la instancia de convergencia para la promoción, organización y realización de la cooperación técnica entre las instituciones relacionadas con la historia y el patrimonio cultural de la salud”.
En la introducción del documento del proyecto se reconoce a la historia como la historia de los hombres y se hace mención de su función como construcción de identidades profesionales.

Una de las peculiaridades de este proyecto que ha incidido en su elección fue que se trata de un área, como es las ciencias de la salud, que hasta no hace mucho tiempo atrás había reparado escasamente en su historia como valor para la formación profesional, dejando estos estudios en muchos casos para el pasatiempo de por ejemplo ciertos médicos retirados de su tarea laboral cotidiana, que se preocuparon por los procesos de evolución y desarrollo de alguna especialidad o interesados en las políticas sanitarias de algún momento del pasado.
Ya se ha hecho alusión del proceso de cambio considerado por este trabajo en su búsqueda de captación del pasado como producto de las dicotomías subjetivas y sociales de la época actual que requieren de una mayor dependencia de representaciones del tiempo y espacio pasado y presente que brinden mecanismos de apariencia de sujeción de los mismos.
Halbwachs explica que los ámbitos colectivos en los que la memoria individual se halla implicada son estructurados de acuerdo a ámbitos colectivos generales que son el tiempo y el espacio y otros más específicos que son la familia, la religión y la clase social. De esta manera los individuos articulan su memoria en función de su pertenencia. En el transcurso de las generaciones posteriores al sociólogo, estos ámbitos estructurantes han sufrido desestructuraciones importantes, la historia de los grupos, en este caso reunidos en torno a una disciplina científica, podría ser más relevante en favor de aportar elementos que permitan la creación de nuevos cuadros colectivos de la memoria.
De este modo, conocer la historia de la profesión se convierte en una tarea insustituible para la construcción de referentes simbólicos, ya que conforma una trama genealógica que permite la prolongación de uno mismo en la conciencia a través del grupo. Este sentido de pertenencia en relación con los otros es también un paso a favor a la humanización de estas ciencias.

Otra de sus características es que se trata de un proyecto virtual que basa su desarrollo en lazos sociales con una gran dependencia sobre los usos tecnológicos, lo que permite la cooperación entre instituciones de diferentes países bajo lineamientos generales establecidos, técnicos y de contenidos. Como red social, las relaciones entre los individuos se conforman a través de la colaboración de cada uno, creando un espacio de convergencia por medio de la BVS que brinda una dinámica de interacción que facilita el desempeño de sus contribuyentes y sobre todo, hace posible el acceso abierto a los usuarios a las fuentes de información que allí conviven.

Entretanto, las bibliotecas, llamadas centros cooperantes en el contexto de las BVSs, son las encargadas de efectuar los procesos técnicos adecuados para que sea posible el acceso a las fuentes de información. En el caso de la BVS HPCS éstas han sido establecidas sobre el marco conceptual a partir la de definición de patrimonio cultural de la salud por el GRUPO DE TRABAJO HISTORIA Y PATRIMONIO CULTURAL DE LA SALUD de la OPS en el año 2005 “Como parámetro para guiar las acciones de cooperación y construcción de fuentes de información, la BVS HPCS define como el dominio del Patrimonio Cultural “el conjunto de bienes materiales y simbólicos socialmente construidos que expresan el proceso de la salud individual y colectiva en sus dimensiones científica, histórica y cultural”.

Con el resto de las BVS temáticas las fuentes que uno podía encontrar en estas bases de datos eran ante todo bibliográficas. La creación de una BVS sobre patrimonio cultural implica fuentes de información que designen a objetos más allá de sus contenidos discursivos, o sea que la recuperación de los mismos sea realizable a través de la imagen o multimedia. Para que esto sea posible se requiere del agregado de aplicativos técnicos que permitan el tratamiento a estos nuevos materiales sobre patrimonio cultural de la salud. Las bibliotecas responsables de aportar los contenidos se transforman de este modo en verdaderos museos virtuales, en lo que se ve reflejado desde el punto de vista técnico y de los contenidos a las nuevas formas que Diaz Balerdi alertó sobre el museo.
“Si antes el museo era el lugar paradigmático de la memoria objetual, ahora cualquier espacio, cualquier lugar, cualquier formato puede convertirse en soporte de ella. La musealización lo invade todo…” En este mismo documento Diaz Balerdi advierte sobre la complejidad de establecer entre objetos patrimoniales y recursos funcionales debido a que cualquier objeto material o no es “susceptible de musealización”.

El objetivo del proyecto es “fortalecer y valorizar la historia y el patrimonio cultural de la salud como parte integrante de los sistemas nacionales de salud y promover su amplia difusión pública para aumentar la conciencia social sobre su importancia para el desarrollo de la salud”.
La historia, en el proyecto de la OPS asume el objetivo de comprender el presente y el futuro, se reconoce la relación dialéctica: “comprender el presente por medio del pasado” y, “comprender el pasado por medio del presente” (Le GOFF, 2001) Asimismo, en este documento se expone “Al narrar e interpretar procesos de salud y enfermedad en contextos temporales y espaciales específicos, la historia puede informar sobre prácticas pasadas, iluminar opciones, posibilitar comparaciones sobre las identidades profesionales y su formación, sobre el funcionamiento de las instituciones y sobre la formulación y establecimiento de políticas públicas en salud”.
Si la participación de la historia en su relación con el establecimiento de políticas públicas hoy en salud es realmente posible es una cuestión que requiere de análisis especiales acerca de, la objetividad del conocimiento histórico, del tiempo de la historia y su articulación con el presente.
El presente entendido como un proceso que se hace posible por medio del tiempo “materia” como lazo conductor de temporalidades, el cual está o no en incesante cambio. Lo importante a considerar para cualquier instancia que aporte material para la investigación histórica es que el pasado es algo igualmente vivo que el presente, porque la representación que la historia hace de él no se comprende fuera de un sentido que es el sentido del presente y su vínculo de continuidad con el pasado está dado a partir de lo que la sociedad requiere en un momento cultural determinado.

Las consideraciones mencionadas en este trabajo nos sitúan a los bibliotecarios en general, y de acuerdo al abordaje de este trabajo a los bibliotecarios que trabajamos en saluden particular, en un lugar de reflexión acerca de nuevos modos de acción y representación de nuestra tarea en el advenimiento de este contexto socio cultural.
Las nuevas conceptualizaciones sobre patrimonio cultural y sobre patrimonio cultural en salud proponen una amplia gama que involucra diversas cuestiones dentro de este universo de símbolos y significados.
Acercándonos ahora al correlato empírico de este marco teórico, hay varios elementos importantes para tener presente por los bibliotecarios que desempeñan funciones en instituciones de salud que corresponden a las dos definiciones observadas. La posición de los bibliotecarios frente a estas definiciones, en relación a los elementos susceptibles de patrimonializarse serían:
1.- El patrimonio cultural es información: Los bibliotecarios en nuestra tarea de agentes creativos de la información. El acceso al material de Historia y Patrimonio Cultural de la Salud presenta nuevos materiales, y nuevos modos de tratamiento. Tomando como base el proyecto de BVS HPCS y los cuadros colectivos de la memoria, las fuentes bibliográficas corresponderían a tres ámbitos generales:
A. Espacial: Ej: Arquitectura y demás objetos tangibles.
A. Temporal: Materiales tangibles e intangibles determinados antiguos por su uso y/o desuso.
A. Humano: Ej Personalidades, biografías.
Como se ha mencionado, los recuerdos colectivos conforman una memoria común que estimula significados de tal manera de promover el sentido de pertenencia y la consolidación de la diversidad cultural, tal es el objetivo del patrimonio cultural. Un proyecto regional sobre patrimonio cultural en salud aportaría grandes elementos en cuanto a la identidad sobre la cultura de la salud de cada país, por lo que este proyecto se consolidará en relación a los espacios institucionales de cada lugar a partir de lo que cada uno selecciona para su puesta en valor patrimonial.

2.- El patrimonio cultural es identidad: El patrimonio cultural es construcción social y herencia cultural. En relación a la cohesión grupal los tres ámbitos serían.
A. Espacial: La biblioteca como espacio y todos los objetos que refieren a nuestra tarea.
A. Temporal: Los elementos que ya no usamos, por ej: fichas bibliográficas o procesos que han sido suplidos por las nuevas tecnologías.
A. Humano: Personalidades, El oficio tradicional de bibliotecario.

En la selección del patrimonio cultural la democratización es importante, pero también es necesario para la construcción de los cuadros colectivos de la memoria, el establecimiento de una vía jerárquica que nos permita que el patrimonio represente no sólo la realidad de una necesidad temporal de la sociedad actual, sino como identidad grupal y verdadero vehículo con el pasado. Esto se logra a partir de la instalación de otra problemática, que por ser su contracara hace posible su existencia. Porque como dijera alguna vez el bibliotecario Borges, “la memoria está hecha, sobre todo, de olvido”.

Bibliografía

-Arantes, Antonio Augusto (Org.) (1984). Produzindo o passado: estrategias de construcao do patrimonio cultural. Brasilinse/Secretaría de Estado da Cultura de Sao Paulo, Sao Paulo
-Diaz Balerdi, La memoria fragmentada: el museo y sus paradojas. Apuntes de cátedra.
-García Valecillo, Zaida Samanta. Estrategias educativas para la valoración del patrimonio cultural en la educación básica en Venezuela. En EDUCERE: Artículos Arbitrados, 2007
Guerios, Paulo Renato. As condições sociais de produção das lembranças entre imigrantes ucranianos. Mana, Rio de Janeiro, v. 14, n. 2, Oct. 2008 .
-Halbwachs Maurice, Espacio y memora colectiva. Estudios contemporáneos, año III, N9. Universidad de Colina: México 1990
-Introducción En Cuadernos de Antropología Social. FFyL UBA, 2005
-Organización Panamericana de la Salud. Biblioteca Virtual en Salud. Historia y Patrimonio Cultural de la Salud. Documento del proyecto. San Pablo, 2007
-Prats, LLorentç (1997). Antropología y Patrimonio. Ariel, Barcelona.
-Sorgentini, Hernán. Reflexión sobre la memoria y autorreflexión de la historia.Rev.Bras. Hist., São Paulo, v. 23, n. 45, July 2003 .



Lic. Mariana Pistoletti















.


lunes, 31 de agosto de 2009

Programa Historia y Patrimonio Cultural de la salud del Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires

El programa Historia y Patrimonio Cultural de la Salud es una iniciativa de la Organización Panamericana de la Salud y el Ministerio de Salud de la Ciudad de Buenos Aires. Está coordinado por los profesionales: Lic. Mariana Pistoletti ; Lic. Celia Sipes y Marcelo Pizarro del Ministerio, quienes son los responsables de las acciones del programa. El mismo representa un eje sustancial para la construcción de los valores identitarios de las instituciones de la salud pública de la ciudad y un aporte fundamental para el fortalecimiento de una perspectiva integral histórica social de nuestra ciudad y nuestro país. La resignifiación de los procesos, prácticas y productos que tuvieron y tienen lugar dentro de este subsistema de salud implica un proceso de concientización social que estimula valores humanos constructores de una cultura comunitaria y de respeto por lo propio y ajeno y de responsabilidad social. Asimismo este programa comprende la salud desde un sentido integral del ser humano por lo que promueve la transformación institucional a través de la creación de espacios culturales en los efectores públicos de la Ciudad en función de una sociedad más solidaria y feliz.

Historia de las instituciones públicas de salud en la Ciudad de Buenos Aires

Breve historia de los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires


La memoria del pasado nos lleva al reencuentro de nuestras propias raíces; el pensar en los propios orígenes institucionales ayuda a elucidar con claridad el presente y definir un futuro de cambio. Lo fundacional es la piedra primera de la identidad de una Institución.
Los hospitales que forman parte del sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires atraviesan tres siglos de historia. La creación de cada uno de ellos remite a determinados momentos socio-históricos y responden a las diversas concepciones del “arte de curar” y al devenir del control político sobre los mismos. Desde la etapa hispánica bajo la influencia de laicos, congregaciones de la Iglesia Católica y autoridades virreinales, pasando por la paulatina intervención del incipiente estado independiente para asumir el cuidado de la salud de la población, llegamos a la actualidad, donde el enfoque se posiciona en la prevención y la promoción de la salud, en la participación social, en la descentralización, en la transformación de las relaciones Estado Sociedad, en la salud como política de Estado y como derecho universal. Los hospitales de la Ciudad de Buenos Aires se fueron conformando a partir del siglo XVIII con la creación del Hospital de Mujeres por parte de la Hermandad de la Santa Caridad en 1774, actual Hospital Rivadavia. En 1779 el Virrey Vértiz instalará la Real Casa de Niños Expósitos, posteriormente denominada Casa Cuna, actual Hospital de Pediatría Dr. Pedro de Elizalde. A partir de la segunda mitad del siglo XIX se incorporarán a la Ciudad diez nuevos hospitales y en el siglo XX se sumarán veintiuno, hasta completar la dotación actual En los orígenes del sistema de salud, en el barrio de Barracas, en 1760 el vecino Melchor García de Tagle fundó una Casa de Ejercicios para las mujeres que también donaría luego a los jesuitas. Allí se trasladó la Casa de Expósitos. La infancia era considerada en la geografía del barrio. También había un lugar para niños expósitos en las proximidades de la Convalecencia, última edificación jesuítica hacia el sur que luego quedaría en poder de Rosas. En el año 1854, luego de la caída del gobernante, las “dementes” del patio del Hospital General de Mujeres fueron trasladadas a estas instalaciones. A partir de ese momento se conoce ese lugar como Hospital Nacional de Alienadas, actual Hospital Moyano. Antes de la conformación de los hospitales a las personas con problemas mentales se les reservaba los grilletes de las cárceles del Cabildo en el caso de que fueran de clase baja o esclavos. Si se trataba de mujeres de clase alta, tenían la alternativa de las celdas de conventos de clausura. La hermandad hospitalaria de los frailes Betlemitas se preocupó luego por ubicar dentro de la Ciudad espacios destinados a personas con problemas serios de salud mental.
En la página web del Hospital Moyano se cuenta que el historiador Paul Groussac relata que en el año 1734, el vecino Don Ignacio Ceballos, dona a la Compañia de Jesús un terreno en Los Andes de San Pedro y una amplia finca en el sur de Buenos Aires. En ese lugar se edifica la residencia de Belén hasta expulsión de los jesuitas en el año 1767.
Acontecido esto, los Betlemitas reclamaron “Las Lomas” para sus obras; es en este tiempo de los Betlemitas que las Lomas toman el nombre de Convalecencia.
En tiempos de Rivadavia se comienza a pensar en un proyecto de los hospicios, pero durante el gobierno de Rosas las Lomas serán ocupadas por los cuarteles de Cuitiño (la mazorca) cuyas ruinas quedan aún como reliquia histórica. Solo después de Caseros el proyecto llega a término.En el año 1853 La Sociedad de Damas de Beneficencia hacen su aporte de proyecto benefactor articulado con el proyecto científico del Dr. Ventura Bosch, quien elaborará un programa para un gran hospital, tomando el modelo de los hospitales franceses.
En marzo de 1854 se inaugura el Patio de Dementes que cuenta con 66 pacientes. Ya fines del siglo se va terminando la construcción de los grandes pabellones hoy centenarios.
EL siglo XX traerá la revolución psicoanalítica y la década del 50 la revolución psicofarmacológica
En la última década comienza un programa de reorganización del Hospital el cual se ha ido cumpliendo en diversas etapas y que ha permitido reducir la población nosocomial de 2500 a 1500 pacientes.. Cabe destacar que en los tiempos de su nacimiento esta zona de Buenos Aires denominada “la manzana de la locura” nada tenía de periférica. Si bien en 1870 Barracas al Sud padeció graves epidemias de fiebre amarilla, el exilio de la región hacia barrios lejanos como La Recoleta, por parte de las clases altas, no sería algo inmediato. Hasta ese momento puede decirse que son aquellas donaciones de particulares las que hacen de la salud una “cosa pública” (res-publica) tempranamente en el centro de Buenos Aires, lo cual incluye, a su modo, la “higiene mental”.
José Ingenieros, en su obra La locura en Argentina, nos ilustra sobre las condiciones de nacimiento de los hospitales psiquiátricos. Este capítulo más bien descriptivo se llama “los modernos asilos para alienados”, y data de la década de 1910.
En cuanto al Hospicio San Buenaventura (luego Hospicio de las Mercedes, actual Hospital Borda), abrió sus puertas en 1860. La primera ampliación tuvo lugar en 1876 y se la llamó “Ensanchamiento del Hospicio de Dementes”. Uno de los edificios del predio del Borda había sido pensando para muchos destinos antes de ser inaugurado, como por ejemplo una escuela de enfermería. Hoy se llama igual que cuando se inauguró el 20 de diciembre de 1968: Dra. Carolina Tobar García, hospital especializado en salud mental infantil, que pasó formar parte del sistema de salud de la Ciudad en 1991. Los primeros pacientes de este hospital provinieron en masa desde el Asilo-Colonia mixto para Retardados de la localidad de Torres (conocido hoy como “Montes de Oca”). Esta Institución había sido creada ante la superpoblación del Hospicio de las Mercedes en 1918 mediante la reglamentación de la Ley 4953 del año 1906. La idea rondaba desde 1860, según Ingenieros. En los últimos años se ha generado una discusión profesional y a la vez que política sobre la necesidad de “desmanicomializar”, de ir abriendo las puertas del hospital hacia la comunidad y disminuir el número de camas de internación. Con respecto al tema de la población, Ingenieros nos informa que muchos de los internados e internadas eran extranjeros. La cuestión de la superpoblación con migrantes (ya sea europeos, ya de las provincias) no se extingue en el hecho de que aumentaran las internaciones psiquiátricas. Los mestizajes que se produjeron con estas incursiones aumentaron en grado sumo las cifras de niños abandonados. Esta conducta de abandono, en dicha época, pudo haber tenido como principales motivos: la vergüenza del mestizaje (con sus consiguientes hijos bastardos); y, por otro lado, la posibilidad de que muchos de ellos además contaran con algún grado de retraso mental. En la “Casa de Expósitos” (Ex Casa Cuna) había un torno de madera mediante el cual se legitimaba el abandono de los ilegítimos: de un lado se depositaba al niño, se accionaba el torno que giraba y así el niño aparecía del otro lado con las monjas de la Hermandad de la Caridad, manteniendo a los responsables en el anonimato. El Hospital Rivadavia, por su parte, es el nosocomio de continuada vigencia más antiguo del país. A sus edificios de Palermo se trasladaron, en 1887, las autoridades, los médicos, las monjas, el personal, las enfermeras, las enfermas, y hasta parte del mobiliario del el viejo Hospital de Mujeres. Sus construcciones fueron realizadas por una congregación de laicos llamada Hermandad de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, fundada en l727 por el gaditano Juan Alonso González (futuro bisabuelo del general Belgrano), para enterrar a las víctimas -sin recursos dejados- de la epidemia de ese año, lo mismo que a otros muertos en igual estado de abandono. Fue un hijo de éste, el R.P. José González Islas, quien realizó los esfuerzos necesarios para abrir el Hospital, siendo además su primer capellán y administrador. La existencia de esta unidad asistencial vino a llenar, de otro lado, un vacío , ya que la casa administrada por los barbudos frailes bethlemitas (Hospital de Belén), albergaba a hombres solamente. En l822 Bernardino Rivadavia, Ministro del Gobierno del General Rodríguez- provincializó asilo y hospital, dejando el templo a los curas, tras disolver la cofradía de aquellos varones. Después del intento de privatizar la administración del instituto, fracasada por su inconveniencia económica, este alto funcionario se ocupó tenazmente de su progreso. Durante el Gobierno de Rosas le fue quitado el subsidio estatal -pretextando el bloqueo francés- y quedó liberado a la caridad pública que lo mantuvo deficientemente hasta el día de su derrocamiento armado. Luego de la batalla de Caseros (Urquiza, 1852), la Sociedad de Beneficencia de la Capital -Institución de damas fundada por B Rivadavia en 1823- fue restablecida con todos los honores, y se hizo cargo del hospital el 15 de mayo de ese año, por pedido del Gobierno, continuando bajo la dependencia de la provincia de Buenos Aires. Merced a la gestión de esta entidad filantrópica se fundó en su seno la primera Maternidad el 10 de diciembre de 1853.
El normal crecimiento demográfico de Buenos Aires, incrementado por las corrientes inmigratorias -impulsadas por la idea de Alberdi - y conncretada en esta Capital luego de la batalla de Pavón (Mitre, 1861), hizo la necesidad de un lugar más espacioso para la atención de las enfermas, dándose entonces el lento proceso de la búsqueda de terrenos apropiados. La piedra fundamental se colocó el 6 de diciembre de 1880, a poco días que el nosocomio fuera nacionalizado, junto con la Ciudad, asistiendo a la ceremonia -especialmente invitado- fray Mamerto Esquuiú, que fuera “orador de la Constitución” y ahora obispo electo de Córdoba. El 28 de abril de 1887 el Ministro del Interior Dr. Eduardo Wilde -médico afamado y destacado escritor- inauguró los palaciegos edificios, iluminados por gas, a los que se accedía en vehículos de tracción a sangre, por calles anegadizo.
Desde entonces se ha continuado los progresos de los pabellones como el Pequeño Pabellón "Sala de Cirugía" (iniciativa del Dr. Molina), inaugurado en 1893, el Pabellón "Siglo XIX " (para tuberculosas), inaugurado en 1893 para aislamiento de las enfermas de esta patología, quienes habían sido albergadas hasta entonces en las diversas salas de Clínica Médica o la "Galería de cristales", construida en 1912 en el Pabellón de Administración.
El 7 de septiembre de 1946 el Poder Ejecutivo Nacional intervino la Sociedad de Beneficencia, pasando a depender poco tiempo después del Ministerio de Salud Pública de la Nación. Con este acto cesó la actividad de la damas de Caridad al frente del Hospital. Tras un breve lapso de administración comunal, en l98l, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires retomó (de manos de la Nación) las funciones rectoras, en junio de 1992, ocurriendo la subordinación al Gobierno de la Ciudad al producirse un cambio institucional, en 1996, derivado de las exigencias de la nueva Constitución de 1994.

Historia de la Salud en la Ciudad de Buenos Aires

Memoria Compartida

Historia de la Salud en Argentina